El dolor de espalda es un inconveniente para muchas personas. Según Statistics Canada, entre el 70% y el 85% de las personas sufren algún grado de dolor de espalda en algún momento de su vida. Alrededor del 40% de esas personas ven perturbadas sus actividades cotidianas, y alrededor del 10% tienen que interrumpirlas por completo.
Los síntomas del dolor de espalda suelen aparecer al despertar. El primer instinto es culpar al colchón. Sin embargo, el colchón o la postura al dormir no suelen ser más que factores agravantes o desencadenantes. La fisioterapeuta Elaine Maheu explica las posibles causas del dolor de espalda al despertar y ofrece algunos consejos preventivos.
Personas en situación de riesgo
En general, las personas mayores de 40 años son más propensas a despertarse con dolor de espalda. Esta correlación se explica por la inactividad de las personas de esta franja de edad, el mayor riesgo de síntomas causado por la pérdida de movilidad articular y la rigidez de los tejidos asociada a la artrosis. Sin embargo, una persona de 65 años en muy buena forma física puede tener menos riesgo que otra de 35 años que esté menos en forma, sea menos flexible y tenga un tono muscular deficiente. Esto hace difícil establecer una asociación entre el dolor de espalda y la edad, por lo que es preferible centrarse en los hábitos de vida. Así, las personas activas y con un peso saludable tienen menos probabilidades de sufrir dolor de espalda.
Principales causas del dolor de espalda
El dolor de espalda puede estar asociado a diversos factores. Si el dolor de espalda aparece por la noche o al despertarse, puede deberse a una mala postura en la cama, a la firmeza del colchón o a otros factores relacionados con el sueño. Sin embargo, en la mayoría de los casos, excluidos los accidentes, los malos hábitos de vida y la forma incorrecta de moverse son las principales causas del dolor de espalda. Por ejemplo, los siguientes factores pueden provocar dolor de espalda al despertarse:
- Hábitos sedentarios (falta de ejercicio físico);
- mantenimiento a largo plazo de una mala postura;
- falta de flexibilidad;
- falta de movilidad;
- pérdida del tono muscular.
Aunque los siguientes ejemplos pueden ser factores agravantes (o desencadenantes):
- uso de un colchón inadecuado;
- uso de una almohada inapropiada;
- adoptar una postura inadecuada para dormir.
En cuanto a los factores agravantes, Elaine Maheu señala que varían de una persona a otra. Aunque en general se recomienda comprar un colchón semirrígido, algunas personas se sentirán más cómodas en un colchón ligeramente más blando o más firme, dependiendo de su peso o condición. Por eso es esencial que pruebes los distintos tipos de colchón cuando vayas de compras para determinar cuál es el más cómodo para tus propios hábitos de sueño.
Posiciones para dormir: buenas y malas
El ser humano pasa casi un tercio de su vida tumbado. Para una persona de más de 80 años, eso supone unas 250.000 horas. Para las personas de riesgo, adoptar buenos hábitos en la cama es esencial para prevenir el dolor de espalda.
He aquí algunos ejemplos de buenas y malas posturas para dormir.