En un mundo en el que las mujeres luchan por conseguir el respeto y el reconocimiento que merecen en el ámbito social y profesional, hay una profesión en la que el papel de la mujer es y ha sido siempre fundamental: la fisioterapia. El papel de la mujer fisioterapeuta ha trascendido la clínica y ha invadido incluso el ámbito de la enseñanza superior de esta disciplina de las ciencias de la salud. De hecho, se estima que alrededor del 75% de los fisioterapeutas de todo el mundo son mujeres. Sin embargo, según Alicia Quintanilla Coello, vocal del Consejo General de Colegios de Fisioterapeutas de España, en una entrevista concedida a EcoDiario (7 de marzo de 2012), esta cifra "contrasta con la escasa presencia de mujeres al frente de colegios profesionales o como investigadoras y editoras científicas".
Según José Ángel González (2018), director de la revista Fisioterapia al Día, la aportación de la mujer al mundo de la salud, en general, ha sido decisiva; a pesar de ello, la figura femenina no ha recibido el reconocimiento que merece, sobre todo en las etapas precontemporáneas. Al respecto, González (2018, p. 60) menciona:
"El periodo de transición entre los siglos XIX y XX fue el preludio de la profesionalización de la fisioterapia en la mayoría de los países del mundo, donde la literatura historiográfica destaca que la práctica de la fisioterapia se dividía a partes iguales entre médicos y enfermeras, un argumento de peso para asegurar que los primeros fisioterapeutas fueron enfermeras".
Se cuenta que algunas de las mujeres que revolucionaron el tratamiento fisioterapéutico en aquella época fueron Rosalind Page y Elizabeth Kenny. La primera dirigió durante dos décadas la Society of Trained Masseuses (precursora de la Chartered Society of Physiotherapy), mientras que Kenny dedicó su vida a combatir los efectos de la poliomielitis en los niños.
El enfoque terapéutico de Kenny se popularizó en 1943 con el Instituto Elizabeth Kenny de Minneapolis (Minnesota), un reputado centro de rehabilitación muscular.
Según la publicación de González, a mediados del siglo XX, cuando la fisioterapia se institucionalizó ampliamente, "comenzaron a proliferar las metodologías y sus principales promotoras, con una amplia representación femenina". Françoise Mezieres, creadora del concepto de cadenas musculares, y Florence Kendall, conocida por su manual de pruebas musculares, figuran entre las aportaciones más destacadas de este periodo.
Hoy en día, las mujeres siguen aportando sus conocimientos y su singularidad al desarrollo de nuevos métodos de fisioterapia, y han demostrado que su papel es sumamente importante en todos los ámbitos de la profesión, incluida la fisioterapia deportiva.
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